El que sabe, sabe, eso es así, y más aún cuando tienes ya 200 años de historia como es el caso de Hermès y sus piezas de piel.

El jueves pasado tuve la oportunidad de visitar la exposición de Hermès en Madrid, ubicada en el Palacio de Cibeles, un lugar en donde no solo se podían ver curiosidades sino también las piezas icónicas de la marca, conocer su historia y sorprenderte con una escenografía cuidada al detalle, eso sin contar a las guías que te iban contando historias sobre lo que allí te podías encontrar durante todo el recorrido.

Una exposición que te impregna y te anima a hacer las cosas bien y que te hace entender que el trabajo bien hecho, el cuidado y el cariño llevan su tiempo.

Para l@s que no pudisteis pasaros por allí, aquí os dejo muchas de las cosas que se podían ver.

Nada más llegar a la exposición podías entrar a un pabellón en donde se encontraba un pequeño muestrario de pieles, material que Hermès domina como el que más, todos los tipos, texturas y colores, así como un aparatejo, que por cierto a mí me vendría ideal para Skarlett, que mediante una proyección te marcaba sobre la piel el corte según diferentes modelos de bolsos:

 

Obviamente durante toda la exposición se pueden ver muchísimas de las piezas realizadas por la firma, pasadas y presentes:

Así como textos inspiradores y que persiguen trasmitir la esencia de Hermès:

Pero lo que más me gustó, sin lugar a dudas, fue la escenografía, la capacidad que tiene la exposición de trasladarte a la historia de uno de los pilares desde los que Hermès vio la luz: el mundo del Caballo

Piezas únicas:

Y más, y más escenografía:

 

 

Fijáos si me gustó la exposición que se supone que se podía hacer el recorrido en 25 minutos y yo estuve dando vueltas, entre un lado y otro, nada más y nada menos que una hora y media, pero la culpa no es mía, es de Hermès :).